NEFRÓLOGA e HILANDERA DE LANA Y LINO
La llegada de personas de otras nacionalidades a nuestros pueblos juega un papel clave en la recuperación demográfica de las áreas rurales. De hecho, han contribuido a frenar la caída de la población contribuyendo a dinamizar estos núcleos con sus trabajos y sus familias aportando además, una nota de exotismo. Presentamos a dos vecinas de La Alberca.
Hiromi Sato de 56 años, aterrizó en La Alberca en diciembre de 2010, hace 12 años. Nacida en la ciudad de Osaka, se trasladó a Tokio y luego a Kobe hasta que en 1997 se tomó un avión junto a su marido e hijos para montar una empresa de exportación de productos españoles hacia Japón.
Uno de esos productos era el jamón ibérico que elabora una de las empresas de la Alberca. Por ello, y hartos de la vida en una gran ciudad, decidieron mudarse a la Sierra de Francia.
Llegaron en Diciembre de 2010 bajo una nevada enorme. En un principio Hiromi tuvo dudas pues nunca vivió en un pueblo pequeño. Pero pronto se percató de que la gente de la Sierra es bastante similar a la del mundo rural japonés. Incluso la arquitectura le resultaba muy parecida, ambas basadas en la piedra y la madera. La vegetación también presenta los mismos árboles y cultivos en bancales. Al año de llegar falleció su marido. Hiromi continuó con el negocio de exportación hasta que hace cuatro años decidió dejarlo para cuidar a su hijo.
Ahora ya está integrada y tiene vida social, es miembro del coro y hace dos años montaron una asociación que trabaja la lana y el lino. Desde pequeña le gustaba la costura así que está pudiendo disfrutar de lo que tanto le apasionaba. Piensa que la gente es más cercana, honesta y más sincera que en la ciudad y se siente querida por ellos.
La alemana Anika Tyszkiewicz conoció a su marido en 2009 cuando vino de erasmus a Salamanca. Al terminar su formación regresó su país pero poco después volvió para reunirse con él y obtuvo una plaza de nefróloga en el hospital de la ciudad. Tras unos años viviendo en Salamanca capital, finalmente decidieron trasladarse a La Alberca por los beneficios en educación y entorno natural que suponía para sus dos hijos: una niña de cinco años y un pequeño de nueve meses.
Anika se dirige a su hija en alemán para que también aprenda la lengua y cultura maternas y asegurarse así de que disponga de oportunidades cuando sea adulta en los dos países, pero la niña suele responderle en español. Aunque proviene de una ciudad alemana de unos 200.000 habitantes, su vida actual no deja de ser un tanto ajetreada puesto que debe levantarse muy temprano para acudir a su consulta en la ciudad mientras su esposo lleva a los niños a la guardería hasta que ella regresa a las cuatro de la tarde. Los sábados llevan a la niña a nadar en la piscina de Salamanca, y aprovechan para ver a los amigos de la ciudad, así que les queda el domingo y las tardes de diario para disfrutar del campo y el parque.
A su familia y amigos de Alemania les sorprende los buenos servicios que tiene La Alberca puesto que en su país natal suelen carecer de centro médico o lugares para hacer la compra. Anika disfruta de la comida española pero no puede enviar que de vez en cuando le entren ganas de paladear un buen ragú de su tierra natal.
Para saber más: http://www.sierrasdesalamanca.es/revistaotono2022
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