Cuando en 1976 años el abuelo de Rocío García compró la finca El Pizarral en Villarmayor, se encontró con que el suelo era un muro de pizarra donde parecía imposible cultivar nada. Encargó entonces a un zahorí que buscara agua y excavaron un pozo del que ahora manan ciento trece litros por segundo. En un principio se planteó levantar una planta de agua sobre aquel acuífero confinado, pero finalmente terminó dedicándola a la cría ganadera. Aquel hombre que venía de una familia de canteros en la localidad salmantina de Rollán que desde el siglo XIX trabajó en el negocio de la construcción, se dedicó por un tiempo al transporte de wolframio y con el capital amasado acrecentó el negocio familiar de donde saldría después el dinero necesario para comprar esa finca.
Cinco años después, el abuelo también compró la finca La Huérfana en Gejuelo del Barro que llevaba muchos años abandonada al haberse ahogado los hijos del anterior propietario en la ribera que pasa por sus tierras. Había sido cedida a unas monjas y en aquel entonces estaba en manos de un fondo de inversión de Madrid, pero anteriormente a todo ello, la finca pertenecía a un familiar de los Bardem, que creó el encaste de toros patasblancas. La finca está atravesada por el Regato del Águila y el Regato de Villaseco.
Rocío García estudió Ingeniería Agrícola en la Universidad Católica de Ávila, especializándose en arquitectura paisajística, viticultura y enología y amplió sus estudios como ingeniero agrónomo. Al concluirlos se trasladó a la isla de Madeira para realizar el proyecto de fin de carrera y más tarde a un pueblo cerca de Londres donde estuvo trabajando en la farmacéutica veterinaria MSD. Finalmente, en 2016 decidió regresar para hacerse cargo de las fincas tras la jubilación de su padre, empezando con con seis cochinas y cincuenta y seis vacas.
Los comienzos fueron duros, y tuvo que visitar diferentes explotaciones para aprender a gestionarla. Una antigua amiga de la carrera que trabajaba en una explotación de Lérida con cerdo blanco le enseñó a inseminar. Actualmente ella misma insemina y les realiza ecografías para controlar el desarrollo del embarazo. Tiene cochinos de ibérico puro Torbiscal que en su momento fue recuperada por un ingeniero agrónomo en Andalucía a comienzos del siglo XX a partir de dos estirpes portuguesas y dos españolas. Actualmente está en peligro de extinción.
Pese a que en el entorno de Ledesma se explotan varias ganaderías de toro bravo, su familia criaba vacas de leche bajo las cuales corría a meterse la niña Rocío para verlas ordeñar. Cuando los precios de la leche comenzaron a bajar, cambiaron a vacas moruchas y a charolesas de inseminación. Las crías de todas ellas engordan en un cebadero además de tener ovejas charolesas. La introducción de la cabra de angora se le ocurrió tras leer una noticia que comentaba que Inditex se planteaba dejar de comprar mohair a Sudáfrica -una fibra que se produce a partir del pelo de estas cabras- debido a las malas condiciones con que trataban el ganado. Los tejidos de este material son cálidos en invierno, ya que tiene excelentes propiedades aislantes, mientras que se mantienen fresco en verano por su elevada absorción de la humedad.
El nombre de Angora deriva del topónimo Ankara, el único lugar donde se producían hasta que el en siglo XIX fueron llevadas a Europa.
Tras conseguir con grandes dificultades una primera pareja, actualmente tiene ocho animales. Cada dosis de inseminación cuesta treinta euros, que consigue en Estados Unidos, y debe ser enviado a través de una empresa especializada en material genético. La cabra de angora es muy delicada y muchas crías mueren en el parto por estrés. El mayor productor de Francia sólo tiene cincuenta animales y parece que en Ankara están ya extintas. Los procesos de lavado y cardado de esta lana son extremadamente complejos y de momento tiene que enviarlos al Reino Unido para poder llevarlos a cabo.
En la finca La Huérfana pastan las vacas nodrizas con los terneros. Además, lleva allí a los cochinos durante la montanera. Las cabras y ovejas, además de las vacas que tiene aisladas para evitar enfermedades y poder inseminarlas, están en la finca El Pizarral.
El trabajo en las fincas tiene aspectos que distan mucho de ser bucólicos. Durante el primer semestre del año descubrió una contaminación de los pozos por E. Coli. Nacía un ternero, bebía los calostros de la ternera y moría hasta que nació “Sandía” una ternera con manchas que sobrevivió gracias a los tratamientos del agua y de los animales.
En pleno verano el sol cae a plomo y durante los meses de enero y febrero la primera tarea es romper la capa de hielo que cubre los abrevaderos. A veces el frío es tan intenso que tiene que hacer lumbre en la chimenea para meter los recién nacidos dentro de la casa. Esos días traslada el ganado hacia el monte para tenerlas más protegidas. Cuando la lluvia arrecia con fuerza, el nivel de los regatos crece y resulta complicado hacerles volver a los establos.
Rocío identifica individualmente a cada uno de los animales y se preocupa por que disfruten de una vida agradable y feliz. Cuando las ovejas paren habla con ellas, y les regaña si apartan de mamar al cordero. Piensa que el abandono de la cabaña ovina que se ha dado en España es un suicidio y que deberíamos que encontrar un medio para que los jóvenes pudieran hacerse cargo de los rebaños de pastores que se jubilan.
Rocío es muy activa en las redes sociales difundiendo el trabajo ganadero y ha salido en diversos medios de comunicación. El 9 de junio de este año obtuvo el Premio Surcos que concede la Televisión de Castilla y León al personaje ganadero y agrícola del año, el más prestigioso de nuestra Comunidad. Esa misma mañana había estado lidiando con un parto prematuro y llegó a la gala por los pelos. En este oficio tradicionalmente masculino abrirse camino siendo mujer y con una nueva mirada sobre el sector no siempre resulta sencillo.
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