Ir al contenido principal

La magia de los quesos


ESPERANZA LÓPEZ ARROYO

MAESTRA QUESERA


Sobradillo, una pequeña localidad de la subcomarca del Abadengo, cuya restaurada torre del homenaje del desparecido castillo acoge una de las casas del parque natural Arribes del Duero, es uno de los puntos clave del recorrido quesero de la frontera salmantina con el vecino Portugal.

Aquí, en una nave levantada en 1980 y cerrada hace pocos meses, nos encontramos con Esperanza López, una de las integrantes del equipo familiar que decidió abrir entonces la reconocida Quesería Abadengo y que acaba de jubilarse sin que, de momento, nadie haya retomado el testigo para volver a abrir el negocio. 

Sus padres, junto a otro socio, pusieron en marcha la quesería mientras ella trabajaba de administrativo en un colegio de Madrid. A Esperanza siempre le gustó el oficio y ya cuando estudiaba en el instituto en Salamanca, rogaba a su madre que aguardase a que regresara a Sobradillo para hacer el queso. Si no llegaba a tiempo, le dejaban una taza con leche cuajada, una delicia con nata por encima que sabía a almendras dulces. Ese sabor tan especial provenía de las ovejas churras, un animal pequeño que ofrecía muy poca leche. En aquel entonces no había frigoríficos y guardaban la leche en recipientes de barro vidriado que ponían junto a la escalera para que la enfriara el frescor de la noche y luego la mezclaban con la que habían ordeñado por la mañana -pues se ordeña dos veces al día- que venía con treinta y dos grados. Esa leche de la noche tenía cuatro dedos de nata cruda y para Esperanza era el mejor desayuno del mundo. 

Ahora únicamente se obtiene la mitad de esa grasa debido al cambio de raza de oveja hacia la Saad, que produce más cantidad de leche, pero de menor calidad. 


Cuando Esperanza comenzó a trabajar en la quesería –porque abandonó el trabajo administrativo para regresar a Sobradillo- se pagaba por porcentaje de grasa en leche.

El mejor queso es el de la oveja ordeñada en abril, porque es entonces cuando puede comerse las flores. La oveja es muy sibarita a la hora de almorzar y elige siempre la hierba más fina. En Sobradillo hay cuatro rebaños, pero antiguamente cada vecino tenía algunas ovejas que se agrupaban bajo un mismo pastor y el ayuntamiento repartía los pastos. Su padre les decía: “llévelas donde coman cardenillo, no donde haya escobas, porque la flor de escobas amarga el queso”.

Su familia decidió montar la fábrica cuando se percataron de que el transporte de leche que vendían les generaba numerosos problemas. Por ello, el socio de sus padres les propuso dedicarse a la elaboración de quesos. Esperanza fue a Santander para realizar cursos que precisaba para dar el salto desde el autoconsumo a producirlos con una finalidad industrial. 

Elaboraban tres mil litros de leche diarios y recogían leche de vaca de todos los pueblos de la zona: Barobañez, Olmedo, Lumbrales… hasta Valderrodrigo. Al principio la elaboración se realizaba con mezcla de vaca y oveja pasteurizado, además de queso fresco. Tras los acuerdos de la entrada en la Unión Europea el ganado bovino terminó retirándose y la producción pasó a centrarse en ovino.  



Aquel queso de mezcla necesitaba ocho litros y medio de leche para elaborar un kilo de queso fresco y diez y medio u once para hacer queso curado. 

Para un queso semicurado de leche cruda es preciso una maduración mínima de sesenta días. Si han pasado ciento cincuenta días, hablamos de un queso curado y a partir de diez o doce meses es viejo. De abril hasta el veinte de mayo, sale un queso fabuloso. Cuando madura a temperatura ambiente, los sabores van despertando lentamente. Esperanza asegura que ella ha tenido quesos de leche de abril que, tras madurar cinco meses, tenían mejor sabor que los de diciembre con ocho meses de maduración y es que, en Diciembre, la oveja acaba de parir y ha entregado la mejor leche a su cría. En esta zona, el ganado está en extensivo, todavía sale al campo y no se ha estabulado. Al tener un clima más cálido en las Arribes, se genera antes el pasto, de ahí su alta calidad.

Cuando Esperanza acudía a Santander a realizar los cursos, siempre llevaba queso para que lo probasen el resto de los queseros. Un señor de Cantabria que elaboraba con oveja lacha y afirmaba que, como su queso ninguno, terminó preguntándole dónde compraba la lecha para llevarla desde las Arribes a su fábrica. 

En la zona de las Arribes siempre hubo queseros: además de Quesos Abadengo encontramos a García Filloy en la Fregeneda, Felipe Hernández y Quesos Cynara en Hinojosa, Javier Iglesias en Pereña, Del Arco Hernández en Bogajo y Dulcinea en Lumbrales, ahora cerrada.

La marca que agrupa a todos los productores de la zona es Queso Arribes. Además, Quesos Abadengo tenía otros sellos de calidad, como Queso Castellano, Tierras del Oeste Salmantino Calidad Rural o Tierra de Sabor.

Comercializaron a través de su web y de forma directa a particulares gracias al boca a boca. Tenían un comercial en Salamanca que distribuía a tiendas y también vendieron al por mayor a almacenistas, pero en un par de ocasiones les dejaron sin pagar importantes cantidades.

Aunque ahora no esté en funcionamiento, la quesería mantiene todas las instalaciones precisas y los registros de sanidad y agricultura y lo más importante: una gran cartera de clientes. Una oportunidad para emprendedores del mundo rural y amantes del queso. Esperanza agradece la deferencia de todos aquellos que disfrutaron con su queso, y se brinda a acompañar durante sus primeros pasos, a aquel que quiera recoger el testigo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Flores de otros mundos

 ANIKA TYSZKIEWICZ e HIROMI SATO NEFRÓLOGA e HILANDERA DE LANA Y LINO La llegada de personas de otras nacionalidades a nuestros pueblos juega un papel clave en la recuperación demográfica de las áreas rurales. De hecho, han contribuido a frenar la caída de la población contribuyendo a dinamizar estos núcleos con sus trabajos y sus familias aportando además, una nota de exotismo. Presentamos a dos vecinas de La Alberca. Hiromi Sato de 56 años, aterrizó en La Alberca en diciembre de 2010, hace 12 años. Nacida en la ciudad de Osaka, se trasladó a Tokio y luego a Kobe hasta que en 1997 se tomó un avión junto a su marido e hijos para montar una empresa de exportación de productos españoles hacia Japón.  Uno de esos productos era el jamón ibérico que elabora una de las empresas de la Alberca. Por ello, y hartos de la vida en una gran ciudad, decidieron mudarse a la Sierra de Francia. Llegaron en Diciembre de 2010 bajo una nevada enorme. En un principio Hiromi tuvo dudas pues nu...

El queso por montera

  Eva Martín QUESERA Esta es la historia de dos aventureros, Jesús León y Eva Martín de 40 años, un viaje inverso que les ha llevado desde Madrid donde trabajaban en la hostelería y el sector bancario hasta el pueblo de Lagunilla, escondido en la Sierra de Béjar, cercano ya a la provincia de Cáceres, en la transición hacia la Sierra de Francia, donde encontramos restos de antiguos castros y túmulos sepulcrales en el Valle de Hornacinos.  Con cuarenta años y una niña de corta edad, encontraron la Quesería El Cuco en el pueblo donde habían nacido sus mayores. Antonio y Carmen, los antiguos dueños, se jubilaban sin dejar comprador para la leche de los cabreros de la zona, así es que, tras mucho pensárselo, saltaron al vacío y allí se fueron sin saber lo que era elaborar un queso. Con casi 900 cabras en el municipio en 2021, su jornada comienza a las seis de la mañana, cuando reciben la leche de los dos cabreros que les proveen: Pedro y Dani que, con 35 años, también acaba de empe...

Oro líquido... y ecológico

LOLI SÁNCHEZ EGIDO GERENTE DE ALMAZARA Ahigal, San Felices de los Gallegos, Lumbrales, Hinojosa de Duero y Sobradillo mantienen la tradición olivarera y aceitera que siempre ha caracterizado a Las Arribes del Duero. Tanto es así que Ahigal es el único pueblo conocido que ostenta el apellido “de los Aceiteros”. Resulta difícil encontrar una vinculación mayor entre el olivar y sus gentes que en estas tierras, donde una serie de productores orgullosos de las labores que ya realizaban sus abuelos, decidieron fundar una almazara en régimen de cooperativa como medio de asegurar la pervivencia de un estilo de vida que allí se remonta, al menos, a la edad Media. Los antepasados de Loli y el resto de los aceiteros sembraban diferentes variedades de aceituna para asegurarse la cosecha, dado que cada una de ellas presenta diferente producción en diferentes condiciones ambientales. De esta forma, si fallaba una variedad, lo salvaba otra. En la zona generalmente se trabaja la variedad manzanilla ca...