MANUELA FERNÁNDEZ ALEJO
EXPERTA EN FITOTERAPIA
En 1989, hace ya 33 años y en Vitigudino Manuela Fernández se decidió a hacer realidad un sueño largamente meditado y abrió las puertas del herbolario La Casa Verde, el primer herbolario de la comarca. Para ello tuvo que enfrentar el miedo a comenzar una aventura empresarial y a pagar un 18 % de interés de los créditos que se pagaba entonces.
Manuela nació en el Salto de Aldeadávila donde vivió hasta los tres años ya que sus padres regentaban el bar Parra y luego el bar Rosón, en cuya terraza aprendió a patinar. Entonces sólo se vendían chatos de vino y aguardiente. Más adelante comenzaron a organizar bailes al aire libre donde sus hermanos ejercían de músicos en la conocida como “Banda del Chupete” pues aún no habían abandonado la pubertad cuando ya tocaban la batería y el saxofón. Manuela ha heredado la vena emprendedora de su padre.
A los 17 años llegó a Vitigudino para estudiar en el instituto y al terminar entró a trabajar en la empresa familiar de montajes eléctricos. El trabajo de oficina le causaba mucho estrés y se planteó hacer un cambio.
Ya desde joven Manuela se había aficionado a recolectar plantas silvestres como orégano y tomillo con las que elaboraba infusiones. En este mundo de tisanas, salud, cosmética y alimentación natural entró por convicción dada su fascinación por las plantas y la naturaleza; y por necesidad ya desde pequeña recibió numerosas y dolorosas visitas del practicante de quien huía a esconderse cada vez que este entraba a tomar un chato a la tasca que regentaban sus padres.

La primera herboristería la abrió en la Calle Botica de Vitigudino. Para ello se acogió a la franquicia Santiberi, donde aprendió los rudimentos del negocio además de acudir a cursos en Barcelona y Valladolid. El local era muy pequeño, con los techos en madera y las baldas de obra. Posteriormente se mudó a otro local más grande para poder ofrecer otros servicios de medicina natural y ampliar la gama a productos de otros laboratorios. Diez años después, tras comprobar que ese tipo de negocio pionero resultaba viable y con proyección de futuro, decidió tener su propio local, comprando y reformando la casa donde se haya situado actualmente y que abrió en el año 2000. Durante todo este tiempo, en el local también se pasó consulta de medicina natural, fisioterapia y nutrición, y ofrecieron talleres gratuitos. A las dos jornadas de medicina natural que organizó en Vitigudino llegaron a acudir cincuenta personas.
Los comienzos fueron muy duros, poco a poco comenzó a generar la clientela que aún conserva. Durante los siete primeros años no siempre obtenía beneficios del negocio y sólo coincidiendo con el actual emplazamiento comenzó a ser verdaderamente rentable. Para ello ha realizado publicidad en prensa y obtuvo el sello de Adezos Tierras del Oeste Salmantino Calidad Rural.
Dado que los herbolarios más cercanos están en Ciudad Rodrigo y en la ciudad de Salamanca, numerosas personas del entorno acuden a la Casa Verde y también envía productos a clientes que viven por toda España: desde Sevilla a Bilbao.
Grandes empresas del sector como Soria Natural tienen sus propias plantaciones pero Manuela nos cuenta que los proveedores, precisan importar plantas medicinales pese a que muchas de ellas crecen naturalmente en esta zona. En el vecino Portugal, se consume en gran medida productos de medicina natural, al igual que en el País Vasco, Navarra y Cataluña, donde radican la mayor parte de los laboratorios de productos de herbolario.
En el ánimo de la casa Verde está ofrecer productos de fitoterapia y comprimidos sin contraindicaciones, así como alimentos ecológicos como harina y pan libres de conservantes, colorantes y aromatizantes, pues la base de una buena salud está en una alimentación saludable. También ofrecen cosmética natural: geles y cremas. Manuela aconseja a sus clientes cómo preparar sus propias cremas con componentes como el aceite esencial, el aloe vera, el argán, la manteca de karite o la rosa mosqueta. Parte de los componentes cosméticos se importan desde Italia. En España se producen aceites esenciales que se utilizan en difusores, como la citronela, para ahuyentar mosquito o la menta para generar sensación de frescor.

Sus productos superventas son aquellos relacionados con el insomnio y la regulación del sueño, el sistema nervioso, los problemas de articulaciones como artritis y artrosis y los caramelos de propóleo y similares. Sin embargo, no suele trabajar con productos para celiacos porque su caducidad es muy temprana y no hay muchos afectados por la zona.
Manuela piensa que todavía le falta para tocar techo pues mucha gente aún desconoce los productos que ofrece La Casa Verde. Sus habituales lo conforman en su mayoría mujeres de edad media, de cuarenta a sesenta y cinco años y se ufana al contarnos de un cliente de más de ochenta años que no toma medicación y acude a su tienda en bicicleta: “desde que estoy contigo Manuela me encuentro estupendo”. Manuela apuesta por sus productos y forma de vida como vía preventiva que evite caer en dolencias que precisen de una medicina más invasiva. Prefiere hablar de medicina complementaria en lugar de medicina alternativa.
Para montar un negocio, Manuela apuesta por emprender en algo que te apasione. Que lo sientas y lo vivas como algo propio y te apetezca luchar por ello. Nos señala un amplio y bonito local que hay frente a la Iglesia y dice: “yo ahí montaría una pastelería, tienes todos los funcionarios del ayuntamiento, los juzgados y los bancos al lado. Sólo hace falta que hagas un buen pan y les llegue el olor”. Manuela vive en Guadramiro, en una casa con huerto y gallinas ecológicas. Uno de los negocios que vendría bien para ese tipo de pueblos sería un cátering de dietas para personas mayores o cualquier otro tipo de negocio que pudiera ser itinerante. A Manuela, ideas no le faltan.
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